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domingo, 12 de julio de 2009

2. BYE BYE KIRGIZTAN

No podíamos cuadrar una ruta en Kirguistán si queríamos llegar a las carreteras del Himalaya a tiempo (incluido Nepal, antes de que lo hagan las nieves). Así que no hubo más remedio que renunciar a recorrer el país de los kirgizez. Pedaleamos tan sólo 87 kms de tránsito hacia China, es decir, no hemos hecho nada de nada. Incluso este apartado de “Bye bye” carece de sentido pero como somos gente de costumbres fijas lo hemos metido.

De todas maneras, algún día habrá que recorrer de fundamento estas carreteras con fama de destroza-personas, antes incluso de que las empresas constructoras chinas acaben por asfaltar Asia por completo.

1. CON EL BARRO HASTA LAS CEJAS

Cuando cruzamos la frontera después de la ventisca de Tajikistan y coronamos el Kyzyl-Art Pass (4282 m) creemos que lo peor ha pasado ya. Ilusos de nosotros observamos aterrorizados cómo delante nuestro se presentan kms de “carretera” sin asfaltar y totalmente embarrados. Las bicicletas no tardan en quedar inutilizadas y se niegan a seguir. El barro lo cubre todo. Y empieza a llover.


Exhaustos, encontramos una humilde casa en tierra de nadie que nos acoge y nos devuelve a la vida. Dormimos todos en la misma estancia pero apenas pegamos ojo, ya que un bebé de apenas un mes demanda leche a cada momento…

Nuestro colega Mohamed, se quedó impresionado con una foto de los burros de Akosta que Iñigo llevaba consigo de recuerdo. No paró de berrear hasta que consiguió que se la regalara, dedicada y firmada, por supuesto

Al día siguiente, el tiempo nos da una tregua y podemos disfrutar de la bajada hacia los valles kirguises.

Podemos decir que esta parte de los Pamires es la más bonita
Después de la jornada de ayer disfrutamos como enanos del sol y el entorno.

Tras los 20 kms de "tierra de nadie", pasamos la frontera kirguís con el único contratiempo de los perros detectores de droga poniéndose como locos en la alforja donde Aitor guarda su ropa interior...
Sary Tash es el punto desde donde podemos seguir la Pamir Highway hasta Osh o tirar hacia China a través del Irkeshtam Pass. Nosotros optamos por esta alternativa.

Los kirguises, al igual que los mongoles, nacen montando un caballo

Los 71 kms que separan Sary Tash de la frontera son una tortura, y eso que los chinos están arreglando la carretera. Dentro de unos años será un paseo pero ahora es más de lo mismo. Coqueteamos con una tormenta que se acerca por el sur. No es muy inteligente hacerlo porque siempre ocurre lo mismo

Vuelve a granizar y diluviar con lo que la “carretera”, ya castigada por las lluvias de días anteriores, vuelve a convertirse en otra pista de barro por la que apenas podemos avanzar. Es nuestro "si-no" y empezamos a estar hasta los mismísimos huevos


Pero el milagro vuelve a suceder. Cuando falta poco para anochecer y cuando somos incapaces de arrastrar la bici por una pendiente, aparecen los dos únicos camiones que van hacia China que nos hemos encontrado en todo el día y encima uno de ellos va vacío. Nos sacan del barro y nos llevan los 15 kms que nos quedan para llegar a la frontera. Son uzbekos y son gente muy honrada. No solo no nos piden dinero sino que además nos invitan a cenar. Gracias a ellos dormimos caliente. Estos son nuestros héroes.

Una vez más, despues de la tempestad viene la calma. Bajamos hasta el río a quitar el barro de las bicis como buenamente podemos, y nos acercamos hasta la muga a coger posiciones para pasar al otro lado. Como muchas otras fronteras, es un lugar bastante deprimente. Hace poco un terremoto desoló esta zona y desde entonces la gente malvive en contenedores. Los camioneros matan el tiempo en la cuneta esperando a que les den vía libre.

A lo dicho, Kirguistán nos verá pasar otro año, pero con otro tipo de bicis...